Si te has decidido a adelgazar, además de cuidar la alimentación puedes meter la directa si empiezas a coger el hábito de hacer deporte, y no hay nada más inmediato y económico que correr.
Por todas es sabido que correr es un ejercicio aeróbico que permite quemar grasas y tonificarnos, pero es un error pensar que simplemente por sudar ya estamos perdiendo peso, a pesar de que si te pesas inmediatamente antes y después de correr seguro que pesas un par de cientos de gramos menos. Gramos que, al beber agua y reponer líquidos volverán. Lo primero que tienes que tener en cuenta es que tienes que mantenerte hidratada. Por una parte ese pequeño peso perdido no es “de verdad”, es básicamente agua, y por otra, sería contraproducente no reponer los líquidos para no volver a coger ese peso, pues los golpes de calor, deshidrataciones y agotamientos por calor te acecharán si lo haces.
Ahora bien, si corres con regularidad (más de un mes, dos o tres veces por semana) la pérdida de peso se hará notable y será real, y sobre todo, si corres en ayunas multiplicarás el efecto, ya que el cuerpo “cogerá combustible” de las reservas que tiene almacenadas (y no de lo que acabas de comer en el caso de que lo hubieras hecho). Recuerda hacerlo con precaución, evitar entrenamientos muy intensivos y al terminar, desayunar e hidratarte bien, ya sea con agua o isotónicos.
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